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Observaciones curiosas en aves comunes

La observación de las aves proporciona momentos mágicos cuando somos protagonistas de hechos que no están descritos en las publicaciones especializadas y que nos hablan de diferentes aspectos de la biología de las especies.

En esta ocasión veremos como aves tan comunes como el Mirlo Común, nos sorprende en facetas como pueden ser su distribución, reproducción y en la utilización de nuevos materiales para la construcción de sus nidos.

La presencia de esta especie durante todo el año en la última década, en zonas urbanas del Campo de Gibraltar, ha dejado de ser una sorpresa para los aficionados a la observación de las aves, quizás el motivo sea el cambio de hábitos en la chavalería, abandonando éstos las practica de caza con trampas y escopetas de aire comprimido dentro de la ciudad y las mejoras en las zonas ajardinadas públicas y privadas, proporcionándoles a los mirlos el alimento y refugio necesario para quedarse de forma permanente.

El celo de los mirlos comienza a mediados de enero y sobre todo en febrero y, excepcionalmente, los últimos días de diciembre. No es raro encontrar nidos ya terminados a finales de febrero si las condiciones meteorológicas son buenas, aunque la fecha habitual sea finales de marzo y primeros de abril. Las hembras construyen los nidos, utilizando para ello hierba y hojas secas, musgo, tallos y raíces. Suelen colocar en su interior hierbas finas del vegetal predominante en la zona, todo ello rodeando un cuenco profundo de barro, fabricado previamente por ésta.

Destacamos el caso insólito que ocurrió en las navidades del 2004, en pleno casco urbano de La Línea , en que unos viandantes encontraron a un pollo que apenas volaba el día 17 de enero, siendo hasta ahora la cita más temprana de reproducción de esta especie en la comarca.

No sólo observamos cambios en la conducta en los mirlos dentro de las ciudades, el pasado año durante una vigilancia de obra en el término municipal de Los Barrios y tras la época de reproducción, se observó un comportamiento de esta especie digno de mención. En una zona de pastizal con manchas de vegetación formada por zarzas, acebuches, majuelos y perales silvestres encontramos dos nidos distanciados uno del otro unos trescientos metros, ubicados en un majoleto y un peral silvestre. En ellos observamos que los cuencos de los referentes nidos no se encontraban formados por barro, que sería lo normal, sino por excremento de vaca en su totalidad. Este material para la construcción del cuenco es un paso adelante en su perfeccionamiento, haciéndolo más redondo, flexible y compacto que los formados por barro, proporcionándole una resistencia y dureza mayor, además de posibles mejoras en sus características térmicas y permeables.

¿Quien había dicho que en el mundo de los mirlos estaba todo inventado?

David Ríos.

 


 
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